La inocencia y la inmortalidad

 

La crisis es como una clásica película sobre el cáncer donde hay una vida en cuestión que enfrenta la muerte, haciéndonos creer que existe la inmortalidad. La crisis te atemoriza y da por sentado el fin del mundo, te abate cada centímetro de normalidad preconcebida y una vez más te hace creer que existe la inmortalidad. Huimos de la crisis como si realmente la pudiésemos agotar, como si entre todas las ciencias, al menos una, la hubiese podido librar.

Pero quiero hablar de la película, en la ficción el personaje enfrenta una lista de obstáculos que nada tienen que ver con el cáncer, donde descubre que debe vivir en vez de luchar, el personaje se quiebra, llora, maldice y sin importar el tono de la película, encuentra motivos para seguir viviendo, no lucha, cede. La crisis es como el cáncer no por la resignación, es como el cáncer porque te estrella contra la realidad, te encuentra con lo que realmente quieres ser antes de morir, te define, te hace tomar postura. Te obliga a estar presente en los últimos tres o mil días que te queden por vivir.

El cáncer es una redundancia de la muerte al igual que la crisis, y existen porque aún creemos que pueda haber inmortalidad. Entre tantas otras inocencias más, cuanto más nos adentramos al siglo XXI, menos son los capaces de leer que dinero, poder y sexo son el nuevo cáncer.

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